
Decenas de miles de aficionados eufóricos que vestían la camiseta color rojo y negro del equipo inundaron las calles del centro histórico de la ciudad para recibir a los jugadores de Flamengo.
Durante horas, la enorme cantidad de hinchas, incluidas familias y niños, celebraron pacíficamente, ondeando banderas y lanzando fuegos artificiales mientras los campeones de la Copa Libertadores recorrían las calles en un autobús descapotable.
Pero alrededor de las 4:30 de la tarde (hora local), en el último tramo de las festividades, unas imágenes transmitidas en la televisión mostraron nubes de humo blanco que salían del desfile, las cuales rápidamente dispersaron a la multitud aledaña.
Posteriormente se desataron los enfrentamientos, con un grupo de aficionados que lanzaba piedras, botellas de cerveza y otros objetos a la policía. Más tarde, los altercados se disiparon.
La victoria del equipo el sábado por 2-1 contra el cuadro argentino River Plate ha levantado el ánimo de los brasileños luego de un periodo de estancamiento económico y luchas políticas. Ello ocurrió con más ímpetu en Río, donde Flamengo es considerado como el equipo más popular.
Flamengo conquistó la Copa Libertadores 38 años después de su primer y único título. Durante ese tiempo, sus rivales brasileños habían ganado cinco de las últimas 10 ediciones del torneo sudamericano.