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Claudia Maquín se despidió de su hija de 7 años hace una semanas. La niña y su padre dejaron este pueblo con la esperanza de construir una vida mejor en Estados Unidos.Ahora Claudia espera volver a ver a su hija, de quien tendrá que despedirse otra vez.El esposo y la hija de Claudia, Jakelin, sí lograron cruzar la frontera hacia Estados Unidos.
Pero apenas un día después, el 8 de diciembre, la niña falleció cuando estaba en la custodia de la Patrulla Fronteriza estadounidense.A Claudia, de 27 años, ya no le queda más que aguardar a que repatrien el cuerpo de su hija; lo espera bajo el cuidado protector de su familia extendida, en un pueblo de hogares de techo de paja en una ladera de Guatemala.Claudia tiene una explicación muy sencilla sobre por qué su esposo se unió a tantas otras que realizan el peligroso trayecto hacia el norte: la falta rotunda de oportunidades en esta parte verdosa y remota del país.
Las comunidades indígenas como la que habitan los Caal-Maquín han enfrentado décadas de pobreza, marginación y represión por parte de las élites políticas y económicas.
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